Vida, tú y la mar

En ti todo he podido encontrar,

desde el desierto hasta la mar,

cuando anhelaba poseer tu mirar,

y una vez obtenido en nada pensar.

Abandonado en un dulce perecer,

aquel que tus ojos determinó conceder,

volviendo infausto mi destino,

lo que fue el más delicioso vino.

Crueles verdugos fueron,

los bellos e indiferentes ojos, 

donde mis deseos perecieron,

por tanto, encarnados en los mismos infiernos.

Mas mi espíritu inmortal,

una vez más me hizo a la mar,

aquella donde te encontré,  

y ahora la vida recuperé.

Hice vereda donde no la había,

nunca mas la felicidad confundía,

en un nuevo peregrinar,

donde las heridas habría que cuidar.

Hoy te he vuelto a encontrar,

tan bella, deseable y peligrosa,

renace el deseo de volver a tocar,

tu piel, en una noche brumosa.

Mas algo debe haber cambiado,

como dije, la felicidad nunca confundía,

ahora solo apiadarme de ti pobrecilla, 

 pues en mi solo el deseo carnal ha anidado.