CÍRCULO
Cómo le explico a El Ahora que
desde hace tiempo ya, dejaste de ser suya, partiste con el ayer. Qué hacer con él, denigrado, defraudado y engañado, víctima de las mentiras basadas en la
eternidad, sí, en ella, cuando el tiempo se volvió su cómplice y El Ahora creyó
en su interminable presencia.
En su infinita soledad, es cuando
más lo asalta la nostalgia y se apodera de él, mañana tras mañana, noche y sus
madrugadas.
El Ahora nostálgico envidia a la
distancia al ayer. Aquel ayer que lo venció en el terreno emotivo despojándolo
de ella, y los dos juntos parecieran ser tan dichosos, como lo fue en su
momento y en su espacio.
Momentos que tan intensamente la disfrutó,
se regocijó en su tersura, su tibieza, cuando en espacio breve se entregaban,
entonces sí, a una realidad absoluta e infinita, nadie ponía límites, no se
requerían, eran un estorbo para la entrega irrepetible.
El Ahora es firme creyente de lo
imposible, testigo del tránsito breve de la felicidad. Cada vez más cerca de
una constancia estable, de la tranquilidad de lo no quebrantable.
Con el tiempo, logró la piedad de
su compañera Nostalgia, que a poco, en sus noches de desvelo, ha logrado serenar
su quebrantado espíritu, sanado sus heridas y todas aquellas atenciones que el
caso amerita.
Así El Ahora en mancuerna con su compañera
Nostalgia, fue dejando al Ayer junto a su desleal compañera a una distancia
cada vez mayor. Los insomnios a su lado, se convirtieron en sueños reparadores
y placenteros, desterró a la soledad, sustituyéndola con calidez nostálgica,
los amaneceres de nueva cuenta se volvían sus aliados.
Y de pronto, la vida retomaba
curso amable.
Sin embargo, olvidó al
enemigo Tiempo que siempre cuenta con la perversa complicidad de la Rutina. Olvidó
también su involuntaria fe en la felicidad, para El Ahora, eso no existía, no
lo tenía ni lo deseaba.
Una noche de regreso a su hogar,
satisfecho por su día, advirtió su soledad. Angustiado la buscó, inútilmente le
llamó, le gritó, salió desesperadamente a la oscura noche y jamás la encontró.
De nueva cuenta cayó vencido, y
sin haberlo advertido, su hasta entonces compañera Nostalgia, se había marchado
con el maldito Ayer, una vez más había triunfado.
Tan habituado ya estaba él a ella,
que se integró en su vida de manera tal, que tristemente desapareció a los ojos
de El Ahora, lamentable ceguera que una vez más lo hizo perder lo que tanto
amaba, aún si darse cuenta de ello.
El Ahora de nueva cuenta está
solo, no es más sabio, pero sigue siendo, aun sin quererlo, testigo del tránsito
breve de la felicidad.