No, nunca podrás imaginar los desvelos que por ti viví.
Los besos que cada madrugada, previos al alba te envié,
cuando sabías que despertaba pensando en ti,
teniéndote en mi, a la distancia que inexistente se interponía.
Bestial forma de amar, sí excesiva, sí insuficiente,
algo que nunca dilucidado será, incoherente tal vez,
más sin importar el raciocinio o libre albedrío,
en sí mismo fue.
De aquellas existencias injustificadas, indebidas
tal vez. Más allá del todo, inexplicables.
Sí, más allá del todo, la nada de la razón,
pero que a mi sendero le otorgó encomiable sazón.
Prolegómeno de mi nuevo testamento,
de una nueva vida, sí breve, sí distinta,
tan diferente a lo vivido que recupera lo sentido,
en tan largo y sinuoso camino al olvido.
Los desvelos por ti vividos han fenecido,
deceso que refrenda una historia marchita, con sus besos incluidos,
y a esta distancia, en este momento reflexivo,
ya tan sólo te envío un fugaz olvido.
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