De cuando en cuando, soy generoso conmigo mismo,
de cuando en cuando, me concedo grandes libertades,
amo y me permito ser amado.
Porque también para ser amado una permisión debe existir,
y en ocasiones generosamente me la otorgo,
con plena convicción y compromiso.
Pero sobre todo con una renunciación tal,
que de cuando en cuando ahoga y ahuyenta,
¡demostrando que esa generosidad únicamente puede existir
como algo relativo, nunca absoluto!
Con la absoluta e intensa relatividad de lo ocasional
breve, reservado, casi inexistente; pero exquisito,
porque la felicidad es una sutil interrupción de la continuidad
en el tiempo.
De ahí que Inefable conclusión sea,
como siempre y por siempre es preferible evitar las
sutilezas relativas,
porque de cuando en cuando el hiriente abandono justifica,
1 comentario:
no abandone su espacio,se le extraña...penita
Publicar un comentario