el armario
Así como todo lo mejor se encuentra dispuesto para el final,
así la madurez es tardía invitada a la vida.
Posible es su llegada a la mía, tal vez por eso recordé un
armario, un mueble tallado en finas maderas, que en su pureza artesanal se
reflejan las dotes artísticas de su
formador, sin dudarlo un digno
continente para lo que en su interior me encargué de esconder.
Con la madurez a flor de piel y con el arte del trabajo de
la madera de por medio, decidí recobrar
lo que ahí se encontraba. Al abrirlo percibí el húmedo olor de la
soledad, esa aterradora soledad que en algún momento nos ha tomado presos a
cada uno de nosotros.
Sin embargo, en esta etapa de mi vida la soledad es un lujo que
aun queriendo no puedo tener, la soledad lejos de ir acompañada de la tristeza,
otro huésped de este artístico receptáculo, ahora sería una compañera ideal,
por permitirme mi encuentro, mi reflexión, la convivencia con la persona de la
que menos me he ocupado.
Recuerdo y busco,
un poco debe quedar por aquí, sin dudarlo, al menos un poco de ternura
aún debo guardar, olvidada la he dejado pero felizmente casi no hay, es una
bienaventuranza no contar con mucha ternura, porque su ausencia ha sido
originada por su generosa dilapidación, y es que de poco sirve tenerla
reservada, se humedecería desperdiciando su dulce efecto, a manos llenas la
repartí, quien la haya sabido aquilatar gracias y a quien no gracias también.
Más aún algo resguarda el hermoso custodio de todas mis
emociones, y se le percibe demasiado
fuerte, la lujuria, en otro momento traje de mi cotidiano andar, traje de
calle, del diario y aunque de igual manera la repartí en muchas sedosas y
delicadas pieles, pues afortunado he sido en las lides pasionales, aún tengo
mucha, pero ya no es para confeccionarme un traje del diario para la calle,
ahora es un delicado y elegante complemento de otra sensación del amor,
que comprendo una no se puede disfrutar
de la otra. El amor incendia a la lujuria y no como supuse años atrás que era
en sentido inverso.
Más desafortunadamente ya poco queda de tan elegante atavío
que en su conjunto forman el amor y la lujuria y es probable que sea afortunada su ausencia,
pues indefectiblemente viene acompañado de sufrimiento, y aún hoy no comprendo
esa indisoluble existencia en común. Pero francamente, no deseo ya indagar
sobre dicha razón, pues fatigado me encuentro de batallas sin sentido, de alegatos
injustos y prejuiciosos.
Es casi como querer descifrar la indiferencia o interés
femenino,
y como
convencido varón que soy no me ocupo de
ello,
únicamente
sobrevivo con alegría,
de lo contrario derrotado sería,
por una emoción cuya
autoría
no me correspondería.
He dejado pasar mucho tiempo con mis recuerdos y remanentes
emotivos, debo continuar con el diario arar pues este bello armario aún
resguardará muchas más experiencias,
emociones, sentimientos y pensamientos que aún no son creados, o que si existen
deben exponenciarse en intensidad. Así pues llegado ha el momento de cerrarlo
de nuevo para que en algunos años grato sea el reencuentro con el contenido de
tan magnífico y bello custodio, de mi viejo armario tallado en la más fina de las maderas
existentes, así pues cerremos este mueble al que cariñosamente llamo vida.
2 comentarios:
Reflexivo que te has vuelto, besos...
Me imagine tu armario un mueble fino igual que mi baúl, la diferencia es que tú expresas una vida y experiencias que recuerdas. Mi baúl siempre quedaba vacío cuando se terminaba una historia porque estaba segura que alguien llegaría y no quería que el pasado estropeara la felicidad que ahora tengo, mi pareja y yo tenemos un hermosa hija y en ese baúl guardamos nuestra verdadera historia.
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