Segundo
Tercio
(Banderillas)
La
gente al escuchar el cambio de tercio, me pide tomar las banderillas, ¡acaso no
saben que mis dedos ya no me responden igual! Me duelen, sí achaques propios de
muchos años de vida. ¡Pero que diablos! Es la última, y aunque arriesgue más el
cuerpo, lo arrimaré, como nunca, para nunca volverlo a hacer.
Los
aplausos se dejan escuchar de ese exigente gigante, el respetable, y aunque he
salido airoso de los tres pares de banderillas, he podido sentir el poder de
“Hasta Siempre”, esos 530 kilos no son gratuitos, me ha golpeado en el costado,
dejándome ver que no será fácil su sacrificio, advierto su furia, y él se ha
percatado de mi temor.
Ese
delicioso temor a la muerte, gentil amigo que solo nos hace recordar el
refinado sabor de la existencia, con todas sus tonalidades. Te hiciste presente
en las “Ventas” de Madrid, materializado en un miura, que me dio una voltereta
que me hizo perder el conocimiento, dando trato digno de un guiñapo a mi
cuerpo, propinándome una cornada en el abdomen que casi hacía
estallar mis viseras.
Fui
a dar al hospital por seis largos y solitarios meses, mi amiga, cómplice de
obscuras noches, Samira se había alejado de mi vida, no la culpo, otras pieles
me alejaron de ella, la bohemia, los amigos, gran estupidez la mía al permitir
que se interpusieran entre mi familia y yo, mis hijos, ella, aunque sé
perfectamente que este domingo te encuentras en el público, porque te
presiento, seguramente con alguna mascada y lentes obscuros, pues sabes bien
que te identificaría fácilmente, por ese cabello ensortijado que tantas veces
acaricié después de poseerte.
Se me concede el cambio de tercio, entre dianas y aplausos
por los tres pares de banderillas que he colocado, ¡tu final se aproxima “Hasta
Siempre”!, que en el principio de mi final representas la primera de dos
bestias que lidiaré hoy, de las muchas que he citado, templado y mandado en mi
vida, ¿la más importante?, mi bestia interior, el infierno que todo llevamos por
dentro.
1 comentario:
SIGO EN LO MISMO, ME ENCANTÓ, NO QUIERO ESPERAR PARA LEER LA TERCERA PARTE.
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