Cuando la marea bajó, dejó ver un territorio más allanado, el sendero más claro, y la cesión del agua invasora, originó
un vergel donde antes sólo existieron escabrosos desfiladeros, cuya vertical
caída concluía en lodazales, en cuya superficie las piaras devoraban cualquier despojo que
pudieran hallar.
Las tormentas habían sido
destruidas por la abrumadora luz de la mañana, dejando un firmamento despejado
azul y brillante, libre de nubes, propicio para la cópula cielo tierra, que en orgásmica
creación generosamente brindó un paraíso terrenal, pasional y creativo.
Ilusión, así llamaremos al recién
nacido oasis, del que fueron desterrados los falsos ídolos y sólo quedaron los
soñadores, las miserias humanas dejaron su espacio a los idílicos pensamientos
de aquellos.
Paraíso donde las silenciosas
ausencias de Neruda, se conjugan con las oníricas imágenes de Salvador Domènec
Felip Jacint Dalí i Domènech. Así tan original, como
genuino, en su estado natural, sin perversiones de ninguna índole, únicamente un
placentero ayuntamiento de poesía,
pintura, y de las artes entre ellas, sólo ellas.
Incluso aquellos que
vejatoriamente han sido tildados como enfermos, tan solo por seguir nuestros
instintos con distinta intensidad que los tibios, que son vomitados por Dios,
encontramos en este empíreo huerto, sin estigmas, sin prejuicios, sin
hipocresías, cabida para nuestras felices existencias, alejados de la
ignominiosa cordura.
Así es, exaltación de los
sentidos, de todos ellos, sensibilidad a flor de piel, enervamiento de las
limitantes falacias, que es el inicio de una acometida inspiradora.
¿y los mortales?, simples voyeristas,
resignados a ser mudos testigos de aquellos que disfrutan de talentosa y
generosa orgía inventiva de los soñadores... ¿en dónde si no? en Ilusión.
2 comentarios:
Me gusto lo que escribiste porque me haces sentir y definir que la
naturaleza, el arte y el ser humano tienen que buscar su propia
satisfacción para saciar sus necesidades.
Con respeto y admiración.
Publicar un comentario