He muerto...

Hoy desperté sin percibir la brisa que normalmente cobija mis sueños, no me siento igual que otros días, algo se palpa muy distinto en el ambiente, una liviandad nunca antes sentida, una ausencia de todo y una casi omnisciencia presente.

Veo con mayor claridad y sabiduría,  y dantesco descubrimiento es que  hoy haya muerto…

No he podido rendir cuenta justificada de mis acciones  ni de mis sueños incumplidos, rasgaduras en mi finito azul imaginario, simplemente he vivido con brazos abiertos recibiendo y dejando escapar todo, porque ese es el sentido de la vida, creer estar listo para todo y desprenderse del  todo. Sin quedarse con nada, que la nada es la constante compañera y el todo es de pronto invitado inesperado y pocas veces visto.

Desprendimiento y economía en el equipaje, como los grandes viajeros que a pesar de la larga travesía no colman de valijas sus repisas. Viajo ligero para caminar más y por comodidad, sin atesorar riquezas, ni escatimar nobleza, dilapidando tristezas y ahorrando fantasías, esa fue  la virtud de mi vida.

Esperar melancolía, soberbio me haría, qué más da lo que piensen los aún vivos, si el no dañar siempre lo intenté, has perdonar si contigo no lo logré. Más una alegría te he de brindar, hoy finalmente he muerto, ya nunca me verás.

Un consejo te daré, ten un poco de cinismo, descaro y arrojo, porque los peores enemigos son las limitantes y falta de creatividad, en efecto,  tu propio ser, y si nos los derrotas te conformarás y tu fin no será más que cualquier otro acontecer.

Sollozante me marcho por no continuar en este maravilloso existir, alguien probablemente me eche de menos, y  pudiera regalar a mi memoria una oración, que buena falta me hará en esta abrupta conclusión.

He de agradecer al caballero o dama que decida obsequiarme un instante de su limitada eternidad, para dedicarme un suspiro por pensamiento, de usted quedo atento servidor, no dude en pedirme lo que considere justo estipendio por su valiosa atención.

Gracias en verdad.