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martes, 13 de abril de 2010

BICENTENARIO

III. CUMBRES Y VALLES.

A don Adolfo (QEPD), y su profética visión.


LOS DISPAROS dejaron de romper el silencio con su mortal estruendo, no recuerdo cuánto tiempo ha pasado, pero veo que la obscuridad se ha apoderado del día, y por un pequeño orificio de la puerta, puedo contar fácilmente mas de una veintena de cuerpos tirados ensangrentados, ninguno se mueve, supongo que están muertos, tengo miedo, no quiero salir, porque han tomado el edificio solo escucho los altavoces que indican como organizar a los detenidos, me siento con mucho sueño, pero hoy, el sueño es un lujo mortal.



Un lujo, casi como lo fue conseguir aliemento, ya que a principio del 2010 todos los precios subieron como nunca, y la catástrofe se materializó cuando la producción petrolera se agotó, los pozos se habían secado, finalmente parecía que el destino había alcanzado a nuestro país, y el que fue nuestro pilar económico de la noche a la mañana se derrumbó, bueno así los vimos, porque en realidad habían ocultado la situación de los yacimientos de petróleo, y simplemente un día amanecimos con la noticia.

Por lo mismo, lo primero que hizo el Gobierno fue recortar del erario, algo así como un 35%, aún acudiendo al endeudamiento internacional, como historia de ficción nubes tormentosas se arremolinaban sobre el destino nacional, estábamos en esa realidad que sabíamos llegaría pero nadie nunca quiso enfrentar.

Y por si fuera poco todo lo anterior, los escandalosos gastos de los altos funcionarios de todos los poderes incluyendo esos entes tan raros que son autónomos, emergían en los medios, el desempleo se agravaba, no solo en el gobierno, sino también en el ámbito empresarial, los clanes de la droga se volvían más violentos y habían llegado a niveles más altos de las esferas políticas. Pero lo más inquietante e indignante fue el incremento en los sueldos y prestaciones de todos los cuerpos armados del país, ¿por qué?

Y como otro ejemplo de esas atroces realidades que todos nos negamos a reconocer, fue la noche del quince de enero, ya que se comunicó finalmente el cierre de las tres secretarías entonces sí once mil personas se sumarían a las 6 mil ya despedidas de la Compañía de Energía. Todo apuntaba a que estábamos en un barco que hacía agua en medio del océano.

Una vez hecho el anuncio de inmediato me comuniqué con mi amigo Vargas y quedamos de reunirnos a las siete de la mañana en nuestro edificio, para ver que nos iban a dar. Al llegar, la sorpresa era que no se nos permitía pasar, la policía federal había tomado las tres instituciones, y cerrado las calles que las rodeaban, finalmente encontré a Vargas y le pregunté –¿sabes algo?- el me respondió con la mirada perdida en el horizonte, -nos llamaran por grupos al piso 7 para que nos informemos y entreguemos, nos toca mañana a las doce, así que vámonos a desayunar-, nos fuimos al puesto de quesadillas donde nos encontramos a un grupo de compañeros de la Dirección Técnica, y nos dijeron,

-a nosotros ya nos corrieron,

-¿cuánto les dieron?

-nada más que nuestra quincena y la caja de ahorro,

- ¿pero por qué? ¿y la liquidación?, ayer lo dijo el presidente,

-¿liquidación? Ja –me dijo con ironía- perdieron la confianza en nosotros ese es su argumento,

- perdieron la confianza, ¿por qué?

- vamos, por favor eres abogado eso van a decir para poder corrernos y no darnos nada, y si no firmas no te dan tu caja

- ¿pero cómo? si ese es mi dinero, ahorrado desde que entré,

- pues así están las cosas, no quieren que demandes, y dicen que si no lo haces te podrán colocar, en otro lugar,

- ah bueno…

- ¡ah bueno nada!, no hay plazas en ninguna parte ¡es mentira!, decía mientras los ojos se le enrojecían por el llanto contenido.

Así nos fuimos agrupando y los policías nos invitaron a retirarnos, caminamos sin rumbo cabizbajos hasta que Vargas interrumpió con rabia el silencio…

-¡¡¡Mal paridos!!! Desgraciados bastardos, de dónde diablos piensan que les voy a dar de comer a mis hijos, mi renta, las escuelas, si bien saben que no hay trabajo.

Julieta, otra de nuestras compañeras, lo interrumpió diciendo -Carajo tengo a mi madre en el hospital, está muy grave, ahora que nos quiten el seguro médico, ¿cómo le voy a hacer?, no tengo dinero para seguir pagándolo, además no puedo sacarla para llevarla a otro lugar, porque es el único pinche hospital que tiene los aparatos, ni los mejores del gobierno, ¿que voy a hacer? ¿Dejarla morir?



En ese momento, una muchacha de limpieza nos gritó desde unos metros a nuestras espaldas,

-LICENCIADOS, LICENCIADOS, REGRESEN ESTAN GOLPEANDO A DON ADOLFO, LO ESTÁN GOLPEANDO…



El contador Adolfo es un señor de izquierda que siempre habla mal del gobierno, pero que trabaja para él, le preguntamos a la niña: -¿qué pasa por que lo golpean?, con gran agitación y lágrimas nos respondió

-es que el contador intentó entrar al edificio según que para recoger sus cosas, y como insistió mucho lo aventaron y el devolvió el empujón y le cayeron muchos policías.

Nos regresamos al edificio sólo para atestiguar como cuatro policías lo subían a una camioneta con el rostro totalmente ensangrentado, todos los presentes estaban enardecidos y a punto de linchar a los policías y liberar al señor Adolfo; Vargas intentó pasar el cerco pero yo lo detuve, ¡Vargas! espérate no te vayan a detener, no vayas.

- Pero cómo no, si lo llevan sangrando míralo cómo va….

-No wey espera, le ayudamos más si lo buscamos en la fiscalía y ahí nos enteramos de su situación, vamos a investigar a dónde se lo van a llevar…Finalmente uno de los guardias de seguridad nos dijo que lo llevarían a una oficinas cerca de ahí, porque sólo lo presentarían al ministerio público local por la agresión al policía…. Pero ¿cuál agresión? si es un tipo delgado ya maduro, y después de la paliza que le dieron más bien los agresores eran los policías.

Nos organizamos unos 15 compañeros y alrededor del medio día, llegamos a esas oficinas, en donde nos informaron que dada la golpiza que le propinó la policía federal lo habían llevado a un hospital, y al ver su estado, era un hecho que no iniciarían nada en su contra, al menos ese era el criterio que hasta ese momento tenían.

Así con los días el episodio de Don Adolfo se repetía, aumentando la saña de las fuerzas públicas, la molestia iba en galopante ascenso.

En las semanas siguientes, por correos electrónicos y mensajes de celular e incluso utilizando el twitter nos organizarnos para reunirnos en distintos lugares de la ciudad, hasta que logramos la adhesión de miles de compañeros, entre ellos los temidos del MOE, iniciamos las marchas frente a nuestro edificio, porque aunque no era la primera institución que había desaparecido la identificábamos ya como el símbolo de nuestra unión, porque de ahí había surgido el primer caído, en efecto el Contador Adolfo lamentablemente había fallecido tras una breve, pero tortuosa agonía. (Q.E. P.D.)

PRÓXIMAMENTE: CUARTA ENTREGA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mmm valless y no me acuerdo pero c scucvchaba lindo u should write a book