PARA EL HOY Y EL FUTURO,



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sábado, 3 de noviembre de 2018




CÍRCULO

Cómo le explico a El Ahora que desde hace tiempo ya, dejaste de ser suya, partiste con el ayer. Qué hacer con él, denigrado, defraudado y engañado, víctima de las mentiras basadas en la eternidad, sí, en ella, cuando el tiempo se volvió su cómplice y El Ahora creyó en su interminable presencia.

En su infinita soledad, es cuando más lo asalta la nostalgia y se apodera de él, mañana tras mañana, noche y sus madrugadas.

El Ahora nostálgico envidia a la distancia al ayer. Aquel ayer que lo venció en el terreno emotivo despojándolo de ella, y los dos juntos parecieran ser tan dichosos, como lo fue en su momento y en su espacio.

Momentos que tan intensamente la disfrutó, se regocijó en su tersura, su tibieza, cuando en espacio breve se entregaban, entonces sí, a una realidad absoluta e infinita, nadie ponía límites, no se requerían, eran un estorbo para la entrega irrepetible.

El Ahora es firme creyente de lo imposible, testigo del tránsito breve de la felicidad. Cada vez más cerca de una constancia estable, de la tranquilidad de lo no quebrantable.

Con el tiempo, logró la piedad de su compañera Nostalgia, que a poco, en sus noches de desvelo, ha logrado serenar su quebrantado espíritu, sanado sus heridas y todas aquellas atenciones que el caso amerita.

Así El Ahora en mancuerna con su compañera Nostalgia, fue dejando al Ayer junto a su desleal compañera a una distancia cada vez mayor. Los insomnios a su lado, se convirtieron en sueños reparadores y placenteros, desterró a la soledad, sustituyéndola con calidez nostálgica, los amaneceres de nueva cuenta se volvían sus aliados.

Y de pronto, la vida retomaba curso amable.

Sin embargo, olvidó al enemigo Tiempo que siempre cuenta con la perversa complicidad de la Rutina. Olvidó también su involuntaria fe en la felicidad, para El Ahora, eso no existía, no lo tenía ni lo deseaba.

Una noche de regreso a su hogar, satisfecho por su día, advirtió su soledad. Angustiado la buscó, inútilmente le llamó, le gritó, salió desesperadamente a la oscura noche y jamás la encontró.

De nueva cuenta cayó vencido, y sin haberlo advertido, su hasta entonces compañera Nostalgia, se había marchado con el maldito Ayer, una vez más había triunfado.

Tan habituado ya estaba él a ella, que se integró en su vida de manera tal, que tristemente desapareció a los ojos de El Ahora, lamentable ceguera que una vez más lo hizo perder lo que tanto amaba, aún si darse cuenta de ello.  

El Ahora de nueva cuenta está solo, no es más sabio, pero sigue siendo, aun sin quererlo, testigo del tránsito breve de la felicidad.




     

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