Mi anciano amigo continúa con su
relato:
Pues este era él, hasta que llegó
su caída por así decirlo, un buen día lo que debía ser una cena familiar feliz,
por una insignificancia se descontroló y tuvo una fuerte discusión en el carro,
la esposa bajó violentamente del automóvil en plena marcha tal vez para huir,
no de la discusión sino de esa vida tan llena de violentas y frenéticas
expresiones de Abdiel, que eran tan atrayentes como destructivas…
Abdiel frenó y bajó del coche
apresurado, era una noche de tormenta, vio a su esposa tirada en el asfalto
dejó a los niños aterrorizados dentro del vehículo, lo peor vino después…
-que ocurrió, le pregunté aterrada,
en esa noche poca era la
visibilidad, su esposa se iba levantando de la estrepitosa caída, pero otro
vehículo en sentido contrario se acercaba velozmente, él le gritaba pero ella
no respondía, era de esas ocasiones en que la histeria de una mujer era
encolerizante, pues de una situación absurda se aproximaba una gran tragedia,
se presentía el viento lo anunciaba, el vehículo
no se detenía…. Ahí te puedo decir que Abdiel murió y resucitó…
-¿por qué?
Fue presa de dos enemigos, el
inmenso amor que sentía por su esposa que sólo logró reconocer hasta ese
instante y la desesperación, no supo que hacer
y únicamente atinó a lanzarse al vehículo en marcha para detenerlo, fue
arrollado y el impulso lo arrojó más allá de su esposa la escena fue tremenda;
sin embargo, el vehículo se detuvo sin dañar a su mujer, había alcanzado su
objetivo y a él su destino.
Pasaron semanas las heridas de
ella habían sanado, pero el aún luchaba por sobrevivir. Al principio su mujer iba continuamente al hospital y poco
a poco las visitas eran menos y más separadas, así pasaban semanas e incluso meses
sin verla en la habitación de nuestro amigo, una ocasión me confesó que no quería
regresar, que sentía ya odio por él, por su carácter, por su neurosis, así que
un buen día no regresaron ni ella ni sus hijos, nadie lo iba a ver, quedó solo,
¡su familia lo había declarado muerto!
Cuando despertó después de un año,
no recordaba nada, absolutamente nada, solo gemía y lloraba yo lo calmaba y le
enseñé primero a hablar, a caminar, volvió a ser ese niño dulce y cariñoso que
alguna vez fue, y de ahí sus primeras letras y después lo básico leer, escribir
y sumar y restar, lo demás lo ha ido retomando poco a poco, su habilidad con el
dinero, la está recobrando por eso administra el lugar, acaba de abrir una
cuenta bancaria para tratar de ganar un poco de intereses con el poco dinero
que obtenemos.
-
¿y de su esposa, qué sabe?
Ella lo abandonó, ahora sé que
rehízo su vida a lado de un hombre bueno, que la ama al igual que a los niños.
-Sabe de Abdiel
- Sí sabe, de hecho en ocasiones
la he visto rondar el atrio de la iglesia, lo ve pero no se atreve a hablarle.
-¿Cómo es posible?
Señorita, de qué se sorprende
esta es una historia donde nadie es bueno o malo, únicamente son
circunstancias, sólo eso. ¿Quién podría vivir con él?, no es malo, pero no
puede controlarse.
Usted lo hace, -es muy distinto-
me respondió,
-tiene usted razón porque el amor
del padre es inconmensurable, lo comprendo, -al decir esto le veo una mirada
incrédula en mi anciano interlocutor y solo me dice-, ¿Cómo supo?, Señor usted
mismo me lo dijo, soy buena observadora y aún mejor escucha.
Déjeme decirle que Abdiel ha
tenido una gran fortuna en contar con usted, y creo que no decirle nada de su
pasado ha sido una buena decisión, Dios ha decidido darle una segunda
oportunidad, en ese accidente como usted bien dijo, murió y resucitó.
Por hoy me retiro, mañana volveré
para seguir apoyándolos, un placer, -me alejo del padre de Abdiel, con una
sonrisa irónica, pareciera que Dios decidió formatear una vida, se diría en
tiempos actuales…
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