PARA EL HOY Y EL FUTURO,



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sábado, 24 de noviembre de 2012

Réquiem






Por el vaivén del destino, en testigo de su historia me convertí. En efecto, el  destino ese que siempre juega con nosotros,  el que me ubicó en la posición idónea para advertir su evolución, su doloroso cambio.

Inició como un capullo, tierno y delicado, que a cada paso de su vida se fue descubriendo, hasta que se reconoció como objeto de deseo, el entorno despiadado perfecto resultó para la devastadora batalla contra una esencia, la primigenia, la que ahora no existe.

Aquella esencia que tal vez era demasiado sutil, demasiado suave para esta contemporaneidad, que resulta ser implacable contra los tiernos de alma, de espíritu noble.

A cada día posterior al inicio de su evolución, los chacales fueron avivando ese sentido tan inocentemente adquirido, enardecieron sus instintos y soberbia, para  sorprenderse a sí misma haciendo lo que antes condenaba en aquellos felices días en que tenía un ser perfectamente delineado e identificable, delicado él, que se separaba del común de las almas que deambulamos por estos ruines lares.

Ese ser  fue encontrando en los voyeristas y promiscuos placeres, una identificación perversa e insensible. Ahora me resulta del todo desconocido, sobrepasa todos los límites, esos que incluso para alguien como yo existen.

Pero detengamos esta historia, de la que me separo, porque renuncio a mi calidad de testigo, han sido atroces los hechos de los que puedo dar fe, por lo que me quedo hasta este momento, hasta el hoy. Porque el hoy, es oportuno dedicarlo a la memoria de lo que una vez fue, por que el hoy es un buen día, mejor como ninguno, para declarar la muerte de un ser que dejó su espacio vital para ser invadido brutalmente por otro.

Como decirte, como justificar y dar la cara ante un difunto cuya razón de inexistencia, cuya perversión inicié. En efecto yo fui uno de esos chacales, que con sus incisivos colmillos iniciaron tu perdición, por ello en algún momento habré de saldar deudas con quien  se entretiene con nuestras vidas, pero por hoy de ti me desprendo, confesándote mi incapacidad de seguir la historia de un ser por mi ya desconocido, de un cuerpo sin alma,  aquella por la que acudo en luto a despedirme. 

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