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domingo, 30 de enero de 2011

A estas alturas de mi vida...


Siempre me he considerado fuerte, con temple, y aunque me reconozco como un romántico, también me considero capaz de dejar atrás a los viejos amores, aquellos de los que me he ido desprendiendo a todo lo largo de mi vida.

Siempre el control, siempre la satisfacción de mis emociones en los brazos de cualquier sedosa y dispuesta piel, aquella que generosamente me brindara su cálido cobijo.

Con esa imagen reflejada en mi espejo, transcurrieron los años tratando de huir, de dejar en libertad un recuerdo preso en la memoria; sin embargo, solo por hoy maldigo al olvido, que fingió haber destruido ese resabio de mi pasado.

Hoy que por un accidente infantil me reencontré con tu imagen, y no sé si por vanidad, orgullo herido o temor vi tu rostro más delgado y una mirada triste, ya no es del mismo tono tu cabello, me trato de convencer que ya no eres tan bonita, ¡Pero que diablos!, a pesar de estar más delgada, de tu mirada y cabello sigues siendo la misma hermosa mujer que conocí, aquella que llamaba la atención de cualquiera que estuviera a su alrededor, con su figura que despertaba los deseos menos confesables que un hombre pudiera sentir por mujer alguna.

Mi mente fue en asalto tomada por el recuerdo de los dos años en que insistente pretendiente fui, con mis constantes llamadas, cartas, todo medio a mi alcance lo ocupé para poder lograr tu cariño, y cuando al fin lo conseguí, todo fue como estar en un sueño, la enorme dicha de haber completado por fin mi vida, me entregué en forma total y desde luego apasionada.

Hasta aquella tormentosa muerte de ilusión, en que tu no me tomaste la llamada, cuando fuiste ave ilocalizable, comprendí que no solo me pertenecías a mi, no me ocupe de escucharte y tu no te ocupaste de hablar, con ese silencio confesional había visto al fin la verdad de manera cruel y contundente.

De ese agrio trance el orgullo me rescató, busqué y encontré consuelo, que había sido suficiente hasta hoy. Hasta el accidentado hoy, en que por una imagen tuya me volví a derrumbar, ¡maldita sea, aún me dueles tanto! a pesar de que mi vida se ha llenado de capítulos concluidos, incluso aquel en que la muerte se llevó a mi más estable compañera.

A estas alturas de mi vida en que mis manos tiemblan, que también he adelgazado y que la blancura de los años ha teñido mi cabello, a pesar de que transcurrieron más de sesenta años desde la última vez que te vi, al fin comprendí que no soy de esos hombres fuertes, con temple, con pretendido y pretencioso control de sus emociones, solo soy un sensible más que no te ha podido olvidar, y en silencioso y lento andar recurro de nuevo a buscar el olvido, tal vez no en una sedosa piel ya, tal vez sea necesario para liberar ese recuerdo rehén de mi memoria, un sueño de interminable soledad.

7 comentarios:

FEDERICO HUCHIM dijo...

Espero les guste, de nueva cuenta ya he vuelto a escribir, gracias por preguntar.

Aprovecho para comentar que la columna ENTRETELONES, también se actualiza.

SIGAMOS USANDO LA PLENA LIBERTAD DE ESTE ESPACIO.

Anónimo dijo...

como ya lo habia mencionado...m gustan mucho sus escritos...y q real es eso por mas q tratas d desprenderte d alguien mas esta el recuerdo...cuando crees q todo marchara bien viene esa desilucion d tanto tiempo logrado y en minutos se derrumba sin quedar nada mas q solo el recuerdo...(penita)

liliana dijo...

tus escritos me han parecido espectaculares, llenos de sensibilidad, pasión, amor y lujuríasigue asi

Anónimo dijo...

En cada etapa de nuestra vida llegamos a conocer personas especiales, pero hay una que será amada y recordada por siempre.
Un escrito hermoso, intenso y lleno de reflexión. Te felicito

Anónimo dijo...

ESTA MUY LINDO AUN TE SIGO LEYENDO Y TAMPOCO OLVIDO DE EL TODO.
SALUDOS.
BGR

Anónimo dijo...

Hola Federico, acabo de leerte, me gusta mucho como expresas, porque lograr envolver a la gente y mueves fibras.

Anónimo dijo...

Hola Federico, me gusta mucho como escribes, ojala pudieras leer uno de los que yo escribo. Sabras quien soy. Te mando un abrazo.