Ahí va, enjuto con caminar cansado y lento, es don Hortelano, cargando en su encorvada espalda un sinfín de historias tan felices como obscuras. Historias en donde dio dicha y amargura, disfrutó y padeció de lo mismo, porque vil no es, cruel no es, solo es, únicamente es… incansable constructor de historias, y demoledor de vidas, ese es don Hortelano, de quebrantado espíritu y con infiernos que lo apresan, pero con paraísos que no alcanza, los vislumbra.
Claroscuro en su vida, se pregunta ¿para que ser de un solo tono? si es tan lineal como aburrido, es casi como estudiar para obtener buena nota, eso no tiene mérito, no es para él, preferible reprobar que aprender como los demás, a no protestar y someterse a la sin razón, al lacerante dominio de la obtusa mayoría.
De charla amena, tan intensa como ocurrente, pero que si lo conoces en nutrida reunión te aburrirás y lo abandonarás, don Hortelano no es de sociedad, es más bien huraño, gruñón y medio amargado, pero quien bien lo conoce lo atesora por la persona que respira vibrante bajo esa enjutez y dura facción.
Las miradas de don Hortelano, me dice una de las mujeres que lo amó, te pueden llevar al cielo, pero con un sola palabra te mandará directo al infierno, no medias tintas, no medias pasiones, no medios amores, eso es enfermizo, casi depravación, en cambio total entrega hasta la locura de ser preciso, odiar tan fuertemente como amar, así puedes ser el blanco de sus atenciones, la musa inspiradora de sus desvelos, pero te sentirás sola si te vuelves motivo de su indiferencia, así es don Hortelano, opuesto como él solo.
Sensible como frío, apasionado como indiferente, obsesivo y autoritario, es como el torero que mata muriendo y el burel que muere matando, hortelano de sentimientos encontrados, blanco de la soledad que tanto ama y a la vez lo angustia.
La edad ya le ha crecido, no es el joven galán de panadería, que esperaba a sus adolescentes conquistas, con un peine en el bolsillo y la bicicleta por medio de transporte, ese muchacho hace ya muchas décadas que no existe, ya Hortelano, está más bien para reposar, nunca cambió, como nació es ahora, no cedió un ápice de su libertad, su costosa libertad que ahora lo condena a la soledad, esa libertad que ama y lo aterra.
Don Hortelano, guarde Dios la hora en que venga por usted, pero llegado el momento estarán todas las personas a las que les dio su amor y su odio, y que disfrutó y padeció de lo mismo, porque, habrá el Señor de reconocer que don Hortelano vil no es, cruel no es, solo es, únicamente es…
2 comentarios:
Un retrato detallado en palabras, en conceptos duales, fuertes y frágiles.
Un retrato que evoca y hace presente la nostalgia del ser.
Me ha tocado
Real y hermoso dos sentimientos que puede despertar el ser humano amor y odio, pero que al final del camino siempre van hablar de lo que realmente fuiste o hiciste.
"Los que te odian son admiradores confundidos que no pueden entender por que tantos te aman". Una frase con mucha verdad en algunas vidas.
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