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miércoles, 6 de octubre de 2010

GUERRA

Oh mio babbino caro, escuchaba durante el amanecer de un nublado y frío día, abrigado con un suetercito negro, mirando un punto perdido en el horizonte, dejando ir lo que la marea de vida habían olvidado en la playa de mi destino.

Absorto en pensamientos y reflexiones, tan profundamente silenciosas que por momentos parecía que no pensaba en nada, que apenas respiraba, empero, la Racionalidad se encontraba en sangrienta batalla con la Emotividad, cada una tratando de imponerse a la otra, cada una de ellas con su verdad relativa que quería legitimarse como absoluta.

El día iba tímidamente clareando, las actividades tomaban el cauce cotidiano, pero para mi aquella mañana no transcurría el tiempo, había encontrado por fin una ruptura en su continuidad, privilegiado yo que me permitía quedarme inmóvil contemplando a los demás correr hacia su rutina diaria, y en mi interior la Racionalidad parecía ser vencida, la Emotividad se aferraba a lo que fue, lo aprehendía y quería fingir que aún existía, punto débil de su estrategia castrense, la inexistencia, lo que ya había dejado de ser. La desaparición de lo que en su momento fue.

No obstante, poderosa enemiga que aun contando con armas que solo en una lastimada imaginación podía encontrar uso, vencía con habilidades no medidas por el enemigo.

A lo lejos, se veían nubes grises que dejaban sentir su carga húmeda, que seguramente se confundían con las lágrimas de alguien que sollozaba por encontrarse en una batalla como la mía, espejo en el que debía verme, todo parecía que de seguir por el mismo sendero me encontraría sometido al mismo suplicio que da el aferrarse al pasado, sufrimiento por la derrota de la Racionalidad.

Entretanto la Emotividad se aprestaba para tomar el último de los reductos dominados por la Racionalidad, la última plaza a tomar se llamaba “YO”, ahí la Racionalidad guardaba las reminiscencias de lo que fue un poderoso ejército, los recuerdos de los tiempos de equilibrio cuando lo desparecido, no lo era, cuando lo olvidado fue presente. Las hostilidades, habían iniciado, una copada Racionalidad vendía cara su derrota, sabía que no se tomarían presos, era una lucha a muerte, después del olvido que motivó el estado de guerra, no había cabida para las dos, para la Emotividad y la Racionalidad, al fin féminas celosas y dominantes.

Súbitamente, perdí la atención de esa silenciosa pero abominable batalla, ¿el motivo? Unos niños, en alegre y bulliciosa marcha escolar, tomados de la mano, reían y no se preocupaban por el pasado, ellos no conocían el olvido, no conocían lo que había sido, más aún Emotividad y Racionalidad no existían en su interior, un poco más atrás las madres que platicando también reían, y se mofaban de sus respectivos presentes, ah maliciosas.

De igual manera, el sol hacía su acto de aparición, muy tardíamente iniciado, y nosotros los privilegiados espectadores le reprochábamos su arribo retrasado. Y toda vez que el olvido había destruido mi presente, me enfrentaba a ese momento, que de momento mi presente sería.

Agucé la mirada y la dirigí hacía esa zona donde las nubes grises se habían confundido con las lágrimas de alguna adolorida alma. Y para mi sorpresa, había cesado la húmeda presencia, y se disipaba ese horizonte, señal que algo había ocurrido, y que aquella víctima parecía que se redimía en las mieles que algún generoso colmenar le había obsequiado, su presente se hacía presente, ya no era un momento, como mi momento presente.

Lo olvidado, se convirtió en una esperanza, en una memoria posible, acontecimiento futuro de realización incierta, como la condición, como el riesgo, así se cristalizaba ahora.

Y aún inmóvil, escuché un grito, un retumbo en la plaza “YO”, ¿que ocurría?, la derrota sin duda, la razón sometida por la emotividad, me aprestaba a ver los daños de ese último reducto, del “YO”, cuan grande fue mi sorpresa, todos los batallones que la Emotividad había dispuesto para la toma de la plaza habían sucumbido, y con desesperación empleó todo su ejército para la batalla final, pero la Racionalidad, como buen estratego, reservó para el final un arma secreta, que no podía ser utilizada antes, porque requería de la concentración de todas las fuerzas enemigas (como los batallones de la nostalgia y la depresión) para su abatimiento.

No daba crédito a lo que veía, la Emotividad con un reducido personal militar capitulaba, y firmaba su rendición incondicional, y era obligada a ocupar una pequeña porción de territorio, desterrada había sido del “YO”. Jubilosa victoria de la Racionalidad, la aprehensión del pasado, de lo que había dejado de ser fue destruido, al fin se había terminado de ir, ya nunca más podría ser admitido, ¿cómo aceptar lo que no existe?

“YO”, sin duda con daños, la Racionalidad diezmada pero en pie, con mayor presencia que la Emotividad, pero que aún existía, porque la Razón se mostró sabia, misericorde y consciente está de que se requiere del equilibrio de las dos.

Y ahora, que la mañana ni tan nublada, ni tan fría, me pregunté qué ocurrió, cómo estando ante una inminente derrota, se pudo reponer y en ataque, el último, contundente salió vencedora, cuál había sido esa arma tan poderosa, le pregunté su secreto, y la racionalidad, me respondió, dos han sido los factores de mi victoria pírrica, el primero, mi arma celosamente guardada: la esperanza. Así como el sol tardó en aparecer esta mañana, la esperanza tardía llegó y se alió, nos hizo padecer pero nos alumbró al final con su calidez.

El segundo, es una consecuencia de la esperanza, el olvido, y rió en estruendosa carcajada, en efecto emotividad olvidó que yo, la racionalidad también olvido, y que una vez hecho esto no hay poder que me derrote.

Pero no te confíes, “YO” está dañado, hay que reconstruir, y que este momento, tu presente sea propicio para dejar a Emotividad crecer, porque si solo conmigo vives, serás frío y amargado, “YO” necesita de emotividad, para que alegre y bulliciosamente navegues por el mar de la vida, y no temas si olvido te hace daño y se alía con Emotividad en aprehensión del pasado, siempre me tendrás a mi para protegerte.

Salud Racionalidad, larga vida vencedora, bienvenida Esperanza y que Presente sea alegre y bullicioso navegante de las mareas de la vida colindante con las playas destino...


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Te felicito, expresar es difícil pero siempre he pensado que escribirlo es más hay que tener mayor sensibilidad y creatividad. Estoy de acuerdo la racionalidad siempre se tiene que imponer ante cualquier circunstancia, es la única manera de subsistir.

Anónimo dijo...

Estimado Federico.

Me gusta el cambio que diste a tu blog, y pues como te he dicho...sigue escribiendo. (mm si se puede no en horas de trabajo ja ja)

Atte. El virgo que te vigila para que te portes bien.

Anónimo dijo...

...SIEMPRE VIVES EN GUERRA...YA CAMBIALE NO????

Anónimo dijo...

Equilibrio real del "YO", racional y emotividad, gustoso aquel que llega a ese punto tomando como valores agregados la esperanza y el olvido.

Seguro!!!.

Anónimo dijo...

Tambien se vive bien EN PAZ!!

Anónimo dijo...

ya no escribes...porquè?

Anónimo dijo...

En verdad, ahora que tengo la oportunidad de leerte detenidamente, me doy cuenta que eres un genio, gracias por existir y compartir tu sensibilidad y emotividad, no lo había visto de ese modo pero así es la emitividad no puede estar sin la racionalidad, el tomar decisiones visceralmente puede llevarnos al hoyo