CRÓNICAS DEL OBSERVADOR

 Reencuentro

De nuevo la conciencia, la visión de ustedes, pero en esta nueva ocasión, en este reencuentro, no a su lado lo que agradezco infinitamente, si estuviera ahí me pasaría lo que me ocurrió hace mucho tiempo, cuando perdí la respiración y la vida se me escapó como arena entre los dedos, siempre y hasta el último latido esperanzado en el regreso prometido que para su desgracia aún no ocurre; sin embargo, y a pesar del tiempo y una pretendida evolución, su constante, la miseria aún subsiste.

Más valdría que su fin llegara, con eso se acabarían sus sufrimientos, pero sinceramente no me preocupa el tema, porque su abrupta conclusión llegará provocada por sus propias decisiones, la Gran Conciencia en la que siempre han habitado se encargará de ello. Han sido ya demasiados milenios agrediéndola, y ha decidido limpiar su piel de los parásitos que tanto la dañan.

Los mares invadirán sus ciudades, los reacomodos tectónicos los irán fulminando de manera aterrante, catastrófica y pausada. No es coincidencia que las aguas eleven sus niveles, y la tierra violentamente se sacuda.

Lo que antes colmaba su enfermiza vanidad, ahora es un enemigo natural más, para el que tienen que emplear su ciencia y crear protección que antes no requerían, ¿o acaso no notan que la gran estrella que llaman sol, los está calcinando?, flagela con su luz purificadora sus pieles llagándolas y dañándolas para el futuro.

Ustedes infames, con su ambición energética han herido al noble Coloso Turquesa, contaminándolo y matando los peces que devoraban con voraz y desmedido apetito. En venganza, el Coloso lanza sus ejércitos de olas sacándolos de sus aguas y eventualmente los inundará, y los arrastrará para ser devorados por sus profundidades.

La Madre Tierra se resquebraja por falta de agua, ese vital elemento que han desperdiciado de manera aberrante, y que ya no la nutre provocando su esterilidad y su encono. Que lejos ha quedado aquella generosa y fértil amiga que les daba alimento, y por el contrario, hoy los destruye cuando simplemente se levanta como el poderoso organismo que es, destruyendo el pavimento que solo los insensatos le han impuesto como corona de espinas, erosionándola e interrumpiendo el sabio y revitalizante ciclo ecológico.

En burla cruel, la Gran Conciencia, lanza al Infinito Azul en su contra, y sus nubes grises se agolpan prestas a derramar grandes cantidades de agua donde no la necesitan, provocando caos en sus ciudades, desbordando sus ríos para que con su avasallante fuerza colabore con la depuración de la que tanto necesita, y a la par el furioso viento destruye sus edificaciones e impulsa a las huestes del Coloso Turquesa que poco a poco les está ganando terreno.

Siguen siendo los mismos perversos dilapidadores con los que conviví en demasía, esa abundante riqueza que la Gran Conciencia les brindó no la han respetado, no supieron valorar la simbionte relación por ella establecida, ahora simplemente se está librando de los parásitos que la dañan.

Escucho los lamentos de aquellas víctimas de su furia, observo el infructuoso intento de algunos que han visto la enorme destrucción que sus iguales han prodigado, a ellos se los anticipo, caerán vencidos y frustrados, sufrirán porque tendrán visiones de lo que llegará a sucederles, tal como en un lejano momento me ocurrió a mi mismo.

Epílogo.

Como siempre, los estaré observando en este plano donde la materia no existe, donde el tiempo es un suspiro y las emociones humanas ya no son algo relevante, pero ahora, me acompañarán los que en vida fueron conocidos como Saramago y Monsiváis, a quienes les doy la bienvenida a la inmortalidad, y en animada tertulia nos tomaremos pequeños intervalos para seguramente lamentarnos de sus destinos. Montemayor, a él lo recibí antes, ahora está ocupado creando una nueva etnia, junto con el supremo creador, creo que avizoran un cambio. ¿Se dan cuenta?, cada vez más solos.